El impresionismo
Una nueva mirada
Artistas como Monet, Renoir, Berthe Morisot, Guillaumin, Degas, Sisley o Pissarro, entre muchos otros, compartían valores y principios plásticos comunes. Para empezar, proponían un arte ciudadano por excelencia.
Mientras la industrialización avanzaba y las ciudades europeas se modernizaban, los jueces del Salón Oficial de París seguían apegados a los temas premodernos: paisajes pastoriles, el mundo vegetal, las grandes mitologías históricas, etc.
Los impresionistas, en cambio, reconocieron la ciudad moderna como paisaje, porque entendieron que los cambios históricos afectaban también la función del arte.
Características del impresionismo
Los impresionistas entendían la realidad como constante devenir y no como ser acabado. Para estos artistas, las cosas no son; simplemente, las cosas parecen ser.
Por lo tanto, se abrieron a la percepción sensorial del instante, del momento irrepetible que debía ser registrado de inmediato y con rapidez. Entre los elementos característicos del impresionismo tenemos:
Luz como interés fundamental
Los impresionistas establecieron como punto fundamental el estudio de la luz a través de la técnica pictórica. Ellos comprendieron que los colores no eran una propiedad de los objetos, sino el resultado de la refracción de la luz sobre la materia.
Hasta el momento, la luz había sido estudiada en el arte como símbolo de la divinidad o conocimiento (arte gótico), o como elemento plástico para lograr volúmenes definidos y representaciones naturalistas y verosímiles (Renacimiento, clasicismo).
Los impresionistas hacen de la luz en sí misma el centro de interés y, por tanto, se abocan a la representación de sus efectos. Es decir, estudian la luz como fenómeno: su comportamiento, su evolución en el instante, el modo en que interactúa con los objetos. Así, todas las técnicas y características que desarrollaron se desprenden este fundamento. Quedará en evidencia en los siguientes puntos.
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